EL MÉTODO


Tras el huracán Dimitri, Ripley ha recibido numerosa correspondencia del Estado, de Madrid, de Sort, Maçanet, de Totana, de Potes, del Principado de Aluche y de una Trans cartagenera de adopción y Croato-macho de corazón, (-y mucha extranjera de por ahí, de sitios raros de los bálticos-), preguntando incansable, indiscreta, cómoda y descaradamente por el opíparo gachó, -sus dotes, su estilo, su clase, sus medidas-, pero se ha mantenido en silencio, en un très discret segundo plano, cual Königin Sophia, pues para ligarse al maromo se ha debido sudar mucho, mucho la camiseta blanca.

Se agradece a Max lo que ha venido en llamar "La Trilogía de Dimitri" (lo cual eleva al machote a una mini-guerra galaxial que podría activar la homosexualidad de varios blogueros -me excita pensar en ciertos heteros de boquilla que no nombro-), pues dentro de nada, surgirá un "Dimitrismo ilustrado" que ríete tu del deconstructivismo de Chomsky, quienquiera que sea este sujeto, y sin estar seguro ahora mismito si deconstruía o no (a quién le salga del papito que lo busque en el Guule).
Ante la pregunta de si hay una tetralogía que sigue a la trilogía, cabe decir que sí, sin duda, pero sólo podréis leerla los que seáis, u os sintáis una camiseta blanca.

Cuando veáis el vídeo, ya lo entenderéis todo: no, no es fácil llegar a un maromo y "hala, hala, decirle que te la como...." . Qué va, qué desgraciados sois, criaturitas de dios, y qué equivocados estáis si creéis esto y váis por ahí pensándolo: Hay que hacer los cursillos previos, hay que ser un Dimitrista nato, de convicción...Uno tiene que estar preparado para el amor, para llegar al total de Dimitri, pues , diríamos casi que con la misma fé y determinación que un celíaco a no comer el glúten. Porque -que me perdonen los celíacos blogueros-, comer el gluten es incluso fatal para los que lo puedan comer y pretendan acercarse a mi Dimitri, así, silboteando y guiñando un ojo con el culo haciendo agua, como si no pasara nada...

Agradezco a Álex la feliz iniciativa de lanzar unas chapitas "Dimitri activa mi homo-homo" (ésta frase es de Casanova, que ha confesado que Dimitri no le pone -duende y misterio-, y oh, pobre infeliz, cuánto me alegro de que esté allí en el Milanesado para no hacerme sombra y diga -de boquilla- que tiene otros gustos: no ha visto ese cuerpo turgente, tumbado y desprovisto de cualquier tejido hipoalergénico ó no que lo envolviese, sobre la enorme cama de látex-fibra de la habitación 22-G de los Apartamentos Waldemar-Riverbank West).

Haber llegado a mi hombre, requirió un training previo duro y difícil, largo y enojoso, con su tío polaco. Una de las exigencias de Dimitri, -que estudió varios años en el Actor's Studio-, fue que antes de aproximarme a él, ni siquiera en pintura, pasase por el taller de su tío de Cracovia, que como todos los varones de la familia, también se llama Dimitri (son veinte Dimitris, entre ellos se numeran como las monjas en las Misiones). El tío carnal de mi maromo, -su tío de él-, se llama Dimitri Grosky, de los Grosky de Cracovia-Litow de toda la vida, y es duro hacer el amor, muy duro. Hay que hacer los cursillos previos, arrastrarse por el suelo, hacer relajación e ir preparado, sobradamente preparado, para que ese hombre se entregue a tí (-no el tío de él, sino el Dimitri, mi gachó-gachó, vamos-). Antes, te has tenido que sentir una camiseta blanca, muy blanca, tan blanca que ni lavada con Ariel. Se cree cualquiera que puede tener al alcance de la mano llegar a un chulazo así: Pues no. Es más difícil que una ingeniería y un doctorado en Georgetown combinados (-perdón en Yale, quería decir, Georgetown ya no es lo que era, desde que cualquiera habla inglés con el Método Opening-). Haceros los cursillos si queréis sepso. Es harto complejo, hay que estar hecho de una fibra especial, de una pasta única, como las Pastas Gallo, se
lo dice una italiana.