AMARA TERRA MIA, SORTILEGIO DE LUNA



Ya se lo había dicho alguna vez. Se lo había dicho alguna vez a su hermano Casanova, que era el que estaba en Italia. Y ahora se lo diría también a Gwathadan, que iba al hotel Fossabanda, que era una palabra que sonaba tan misteriosa, tan de clerecía ó juglaría, un hotel que estaba lleno de curitas un poquitito molto particolari y raringuis. Y es que Ripley amaba, adoraba, idolatraba una canción de Domenico Modugno que se llamaba "Amara Terra Mia" (Amarga Tierra Mía).

La pasión por esta canción le hacía soltar alguna lagrimilla. Era bonita, conmovedora, con una melodía cadenciosa, como una Tarantella, con ese desgarro meridional de la Italia profunda, llena de genios, perros flacos, habladores, hombres guapos con el pelo negro engominado para atrás y las manos grandes y bronceadas, de venas marcadas y expresiones pasolinianas, que mezclaban la profunda sabiduría de los países de la Europa del Sur, con su eterna desconfianza hacia todo; tal vez por ser pueblos que ya habían visto pasar demasiadas civilizaciones, demasiadas pátinas, demasiadas vidas....

Ripley pensaba esto mientras corriendo, a toda prisa, entraba en el Súper (-últimamente todo lo hacía tipo corre-corre in fretta, como la Rowlands en "Opening Night", que cuando abría las puertas de los sitios, prácticamente se las comía, entrando de sopetón-). Y entraba en el Súper, y siempre se fijaba en ese negro de ojos rasgados fascinantes que decía "¿Gracias, Quieres?" con un ejemplar de "La Farola" en la mano. Pero como iba siempre volado, apenas le prestaba atención: al menos lo miraba. Porque la gente ni siquiera hacía eso.

Curiosamente "Amara Terra Mía" era la canción por antonomasia de los emigrantes italianos. Aquéllos que salieron para Alemania, para Argentina, que se marcharon de su tierra por hambre: "Amara terra mia, amara e bella, Io vado via...."( Amarga tierra mía, tan amarga y bella, me voy, me las piro de aquí -decía el emigrante lleno de dolor-). Ripley cuenta esto y se le escapa una lágrima. Se le han estado escapando varias durante toda la entrada, porque piensa también en todos los españoles que salieron para Argentina, para Méjico, para Alemania, para Venezuela, y piensa en Casanova y en un Ex al que quiere mucho. Nadie quiere oírlo, nadie quiere recordar su pasado. Ahora vivimos en un relativo bienestar, y nadie le mira al negro ni siquiera a la cara. Curiosamente Ripley, con cierto dolor, descubre una nueva versión de la canción de Modugno. Es tan bonita como la primera, pero en ésta segunda versión, salen inmigrantes del Este, inmigrantes árabes, y están rodeados de carabinieri italianos..., posiblemente hijos o nietos de emigrantes...