LA REINA DE LAS CANCIONES TRISTES (LA LLUVIA BORRA LOS RECUERDOS).

De pronto salió, huyendo de su blog, bajando las escaleras de dos en dos, rápido-rápido como en las películas policíacas, como Gena Rowlands en "Opening night": el negro humo de la ciudad quedaba sobre su cabeza, y lo iba espantando la lluvia, como en un sortilegio: Se encerró en un taxi y se dijo: "Hablemos del Getafe", casi como si hubiera visto el partido, como si supiera algo del Getafe, excepto los cuatro edificios feos que se ven desde la Carretera de Andalucía: pero se convenció a sí mismo de que ligarse a un taxista guapo, con un jersey blanco, de cuello de cisne, podría arreglarle la tarde-noche, ese leve deseo. Esa leve fantasía que siempre le había acuciado: las mujeres taxistas, siempre parecían mamá, los hombres taxistas, parecían amantes imposibles, con sus suaves manos de conducir...Qué cosa más curiosa: las manos suaves de los buenos conductores.

Llegó al sitio, dejó su cazadora y empezó a ver caras conocidas: las mismas caras de siempre -pensó: -los parroquianos que matan el tiempo matándose a ellos mismos. Un conocido se le acercó y le dijo:


"-Que bien escribes, cabrón".

"-Vaya ¿Yo? -contestó: ¿Y eso crees que sirve para algo? Otro conocido le había comentado que había visto "No Country for old men" y que no le había gustado nada:

-Bueno, yo no la hice -cree que contestó- (pero pensó: -vaya, comentarios reales, de viva voz, no está mal: Ellas me leen. "La decadencia, la solución final....")

La lluvia le inundaba como a Holly Golightly, pero no llevaba gabardina: las gabardinas sentaban bien a los hombres altos, a los milaneses, pero no, a él no: además, las gabardinas habían pasado de moda y encima eran carísimas.

Al entrar en el bar, el mismo tedio de siempre: "Vaya, no hay hombres mágicos que me besen" -pensó: "uno de esos días en Madrid en los que no te pasa ya nada. Madrid es ya una ciudad semi-muerta, -volvió a pensar-, que parece ya casi completamente europea": casi completamente europea, pero un poblachón manchego a la vez, una urbe indefinida de "concreto", como llamarían en algún lugar de Sudamérica al cemento, traduciendo dicha palabra del inglés ("Concrete").

Se sentó, pidió una copa, y se dió cuenta de que tal vez era bastante conocido (¿Reconocido?), pero estaba solo. Solo y perdido, como todos los hombres solos que poblaban el bar...Era raro, ya sin embargo, ver a hombres besándose en un bar de hombres...antiguamente los hombres se besaban mucho en los bares de hombres: los bares de hombres solos, estaban llenos de hombres cada vez más solos, y cada vez la gente se besaba menos: algo fallaba...tal vez un exceso de virtualidad...

Devoró la copa como si fuera la primera vez (y la última), abrazó a amigos, y se quedó desconsolado cuando un conocido muy simpático, le comentó que su pareja había muerto hacía tres semanas:

"-No creo que el Strong sea el mejor sitio para superar un duelo, no vayas ahí" -recuerda que comentó, y se puso un poco triste: ellos llevaban dieciocho años juntos: Esas cosas le ponían muy triste, y él ya era algo melancólico...Quería escribir ésta entrada para él: dedicársela.

Luego recuerda que la noche se apoderó de él, que terminó retirado en una casa, y recuerda una vieja música: "Somos un sueño imposible, que busca la noche, eso somos...nada más."