UN AMOR DE VERANO II

Hoy, ese rincón de la ciudad en la que viviste, tu escuela, aquel espacio en el cual estabas encerrado y aburrido unas horas al día, con el ansia de convertirte en un sabio, era un restaurante japonés: tu pupitre andaría perdido debajo de unos palillos, un surimi...Y en esa otra ciudad en la que ahora vivías, el primer cine al que te llevaron de pequeño, a ver una de vaqueros, era hoy un anónimo banco, lleno de hombres de negocios que entraban y salían haciéndose los interesantes (aunque estuvieran al borde de la ruina casi todos)...¿En qué sitio exáctamente dentro del banco, quedarían los indios, los vaqueros, las caravanas y las diligencias? Aquella pantalla que te asustó y te fascinó a la vez, en una época en la que veías casi todas las cosas engrandecidas, inmensas, inasibles...

Como un turista más, blanquito como un trozo de tocino
, te esparciste crema protectora sobre la piel, aventurándote de nuevo al Paso de los Cuerpos: gordos, altos, flacos, obesos, lechosos, fibrados, mórbidos, bronceados... Habías llegado, habías logrado escapar un año más ¿Llegar adónde, escapar de qué, de quién? El Paso de los Cuerpos: lujo de la vista que salvaba a los veraneantes del aburrimiento, el hastío y el sopor, consolado por algunas gotas de helado derritiéndose en la tripa, y un refresco a la temperatura de Siberia salido de una jaula fría...
Interjecciones, pequeños grititos de placer apenas audibles, bajo los altavoces del ipod, al contemplar un lejano culo nuevo, terso, salido de un huevo o de una crisálida (de un no-lugar, una insípida Terminal de aeropuerto), dispuesto a la indecente exhibición de la carne casi como durante una necropsia, ofreciéndose a la masacre de los ojos saltones, las bocas hambrientas de crítica y curiosidad de los bañistas que, pese a estar a unos centímetros unos de otros, hacían cada año como que no se conocían...

Excepto, ese amor de verano que... ¿Vendría, volvería al lugar del crímen? (Un año creíste ver uno de lejos, pero estaba un poco cambiado...)... Sin darte apenas cuenta, esperarías siempre en el mismo rincón secreto, que marcásteis como territorio vedado sólo a vuestro amor: un rincón de la arena más íntimo, en el que ahora se sentaban tres gordos (dos hombres y una mujer) de aspecto ruso...Pero los rincones cambiaban, fluían, como esa máxima sobre las aguas de Heráclito...

¡Ohh, amores de verano iniciáticos, dónde estariáis ahora! ¡Aquéllos cuerpos con los que se entusiasmó por primera vez y que le hicieron soñar...! (¿Casados, perdidos, muertos, encerrados, envejeciendo, dejados, cuidados, aún jóvenes, casi igual de jóvenes?). Amores adolescentes, maduros, intermedios...desfile de figuras que poco a poco se iba borrando... Pasión oscura, de los amores de verano secretos, sufrimiento íntimo que iban sumergiendo en la nada los primeros fríos cuando volvían:

Hacía memoria y recordaba una legión de hombres que se había tragado una nebulosa, tal vez aparecerían otros nuevos, y vuelta a empezar...Alzaba la mano a lo alto, señalando con el dedo alguna lejana, oscura, procelosa región, que escondiera a todos aquéllos hombres a la vez...Quería ver su Limbo de Amantes, en una proyección secreta...

Mientras cerraba los ojos bajo el sol, el incesante rumor de las olas, le traía a la mente un borroso desfile de caras, de cuerpos, de Amores de Verano, fantasmas en el recuerdo, que ahora mismo, cegado por el sol, ni siquiera podría asegurar que hubieran existido… Tanto amor, tantos planes sobre la arena, que ni siquiera recordaría al año siguiente...

(Peligro inminente: el hombre de la toalla de al lado sonríe...No comer fruta sin lavar...Primeros flirtreos junto a terraza, la atracción funciona...Where do am I? Will you be my love forever, little boy? You're the sunshine of my life...gimme' love...love, real love...little boy, my little boy). Y en nada, cumplir aún más años, claro que...aún no eran muchos.