ESCAPE FROM BLOGOSPHERE


"Sólo tú, pequeña flor de mi jardín, delicado ser vivo al que hablo, puedes comprenderme. Sólo tú, pequeño hijo de la tierra, en cuyas manos confié mi bondad, y que me ofreciste unos ojos húmedos al otro lado del tunel...
No, nada de "me hago cargo": "Me hago cargo yo, que no puedo ni con mi alma". Tal vez necesito que me amen, no sé, necesito que me amen pero...¿Quién puede hacerlo? ¿Quién puede amarme ya como me amó? ¿Me amarán más, volveré a vivir esos amores tórridos, apasionados, en los que casi consumí mi vida algunas veces? Escaparé del Blog tres días y tres noches, escaparé. Escaparé y volveré a escapar en medio de la noche, para no ser nada, nadie, sólo un puntito más que quería divertirse en un antro lleno de luces de colores..."
Y huyó, Se dejó llevar. Quería ser feliz fuera de internet, aunque, tal vez ya no se pudiera : la realidad era todo lo demás y ¿Qué era la realidad? ¿Quién lo sabía?

El no sabía, no, no sabía, ó no quería saber. Había momentos en los que era preciso, necesario no saber nada: ser un puntito en la nada, sólo un puntito más que quería divertirse en un antro lleno de luces de colores. Se metió en un taxi, corriendo, como Gena Rowlands en "Opening night", siempre corriendo, abriendo puertas a empujones, a trompicones, arrastrándose por la vida. Después del formidable chico de treinta y uno, esbelto y fibroso -tal vez un poco delgado- que llegó a casa, y le hizo el amor (¡Oh, media hora de olvido! ¡Qué bruto era!) Huyó, huyó de allí ¿De dónde? De allí. No lo sabía...

Bajó del taxi en una plaza, corriendo, siempre corriendo. Se había puesto dos pelos tiesos con gomina, parecía Tintín. Llegó a un sitio, bajó unas escaleras y empujó unas cortinas grandes, grandes, y largas, largas de terciopelo. Frente a él se abría un local inmenso, lleno de hombres con barriga que le miraban. Besó a algunos, llegó solo. Qué raro llegar solo. Su Cub le había dicho, como en una frase mágica, magmática: "Ya nunca volveré a Chueca..." (parecía de García Lorca: "Ya nunca volveré a Chueca/ por aquéllas montañitas/ Chueca.../ ¡Que no quiero vérla!).

-"Yo tampoco -pensó: -Ya soy sólo un fantasma que quiere ser sólo un fantasma, una sombra de lo que fue. ¿Quién hay al otro lado leyendo ésto? O no sé, ya no sé. Alomejor tan sólo soy un hombre más en medio de la nada..."
En la planta de arriba, Algora bailaba ensimismado en un rincón una canción de Algora. Que extraño él, bailando una canción de si mismo, como si no fuera suya: la estrella parecías tú, qué raro, porque te había dicho tres veces: ¡Ripley, Ripley! como si fueras Ricky Martin, pero era normal, él tan sólo era un chico de veinticuatro años, y tú ya no podías escapar de Ripley, "de todo lo Ripley", como te decía durante una época, aquélla misteriosa y anónima admiradora que te enviaba cartas de amor cada día, a la que nunca conociste, y que se hacía llamar Roxana Sayán: "Te haré escapar de todo lo Ripley"...("Algún día te conoceré, Roxana, algún día serás mía. Por cierto...¿No serás un hombre, no?").

"-Yo tampoco -pensó: Ya sólo soy un fantasma, que quiere ser sólo un fantasma, una sombra de lo que fue. O no sé, ya no sé. Bailar, bailar, dar saltos, movimientos circulares, concéntricos, de cuerpos autistas, hacer piruetas, dar vueltas, moverme entre torsos y vientres de hombres sin camisa que sonríen, qué extraño y bonito a la vez, qué ajeno, qué cotidiano y qué absurdo, hombres , en un mundo de sólo hombres que se miran, se observan, se vigilan, se escrutan, se desean: En la noche, todos los gatos son pardos...Pero da igual. Hoy, da igual, sólo quiero perderme entre las escaleras, en un recodo oscuro, íntimo. Sentir ese beso, que sin embargo es breve, efímero (nunca le volverás a ver): Quiero perderme, perderme, huir, para no ser nada, nadie, sólo un puntito más que quiere divertirse en un antro, lleno de luces de colores..."
"El Mundo está muy raro y revuelto últimamente, hasta en la China pasan cosas raras, y en México mira, matan a las mujeres como conejos." Sara Montiel.