UN PROFETA, VINCERE EL ULTIMO BELLOCCHIO

Se estrena "Un Profeta" ("Un prophète") de Jacques Audiard, otra de las grandes películas de Cannes -Gran Premio del Jurado-, ya con un largo recorrido en festivales y ceremonias, que acaba de conseguir el "Bafta" inglés, arrebatándoselo a "La Cinta blanca" como mejor película extranjera (también nominada al Oscar en la misma categoría): Ripley ha visto la peli de Haneke, la de Audiard, y la que le ha resultado más fascinante de todas, extrañamente: "Vincere" de Marco Bellocchio (que se proyectó en la semana de cine italiano de Madrid), pero sin visos de ser estrenada oficialmente por el momento, lo cual es tremendo, pues "Vincere" sonó como una de las favoritas hasta el final para la Palma de Oro .

Con algo del cine americano carcelario de siempre, ráfagas de violencia, una fotografía tenue, evanescente pero hipnótica, "Un Profeta" es una apasionante peli de superación y presidio. Lo más resaltable de la historia es su protagonista (un gran protagonista árabe, por fín en el cine), y que no plantea la cárcel como un remedio, un fín en si mismo, sino un medio para trepar, socializar y hacerse un hueco en la vida, de una persona que no tiene otro: Ahí está Tahar Rahim como Malik (flamante mejor intérprete masculino de los premios de cine europeo): Actor de frágil encanto, de ojos brillantes, inteligentes, enormemente expresivos, interpreta un durísimo e inmenso papel lleno de matices, recovecos, incluso de cierta destreza física: Por buscar un referente anterior, recuerda en cierta manera al pobre (y malogrado) Brad Davis de "El Expreso de Medianoche" de Alan Parker, pero es mucho más decidido, está menos desubicado. Viene arropado por otra gran interpretación, que es la del actor holandés Niels Arestrup, -una especie de padrino a la fuerza, jefe de un clan de mafiosos corsos-.

Tahar Rahim, logra una milagrosa composición interpretativa, en la que se le nota perfectamente dirigido por Audiard, que a la vez narra una extraordinaria peripecia vital: Del pobre pringado con cara de cordero degollado que ingresa en la cárcel, que empieza de chico de los cafés para los peces gordos, a su transformación gradual en alguien que acaba resultando indispensable, Malik se acaba revelando como un avispado lince, siempre dotado de una increíble intuición e inteligencia natural, capaz de hacer lo que sea con tal de sobrevivir, para sobreponerse a las cornadas del hambre y de la vida, y salir triunfante del trance, sin importarle nada ni nadie, sobreviviendo siempre en el filo, más allá del bien y del mal, aprovechando las enseñanzas de ésa particular universidad de la sordidez que le ha brindado el destino: La cárcel parece un "centro de negocios" más, en el que nadie recala para redimirse: es una "escuela del mal y de la vida", en el que no se entra para ser más bueno, ni para salir de la delincuencia, sino simplemente para fichar y hacer buenos amigos: Un extraño medio de salvación, en el que medran, ganan, y salen favorecidas las personas más fuertes, amorales, pacientes e iluminadas: Los profetas.

Al contrario que "La cinta Blanca", "Vincere" es una historia real que indaga de forma ensoñada en unos personajes que existieron, pero que el tiempo borró: Un emotivo viaje onírico-documental al Mussolini más íntimo e imaginario, de la mano del genio del cine italiano Marco Bellocchio (cercano al comunismo, por lo que resulta muy resaltable cómo lo observa, sin intentar tomar partido alguno, su enorme sutilidad para intentar ir más allá): El film habla sin elipsis de la primera y más desconocida amante del Duce, Ida Dalser (impresionante Giovanna Mezzogiorno, sin duda la mejor interpretación de Cannes aunque no se llevara premio), a la que el dictador acaba recluyendo en un manicomio, y con quién tiene un hijo secreto, nada menos (la historia es real, ocurrió y está basada en la novela "El hijo secreto del Duce" de Alfredo Pieroni ).

De forma opuesta de lo que puedan pensar algunos progres acomodaticios, o amantes de las historias planas de buenos y malos, el fascismo de Mussolini surge curiosamente de la izquierda radical, ya que es un afamado sindicalista y un encendido y apasionado socialista republicano, anticlerical y antimonárquico. Sería hasta entonces la persona ideal para cumplir con las palabritas mágicas del libro de estilo de ciertos idealistas románticos de ayer, hoy y siempre, pues expulsa a un monarca que considera despreciable, corrupto y anacrónico, y proclama una república (¡Ohhhh!). Lo malo es que luego, al subir al poder, se descubre que se ha puesto un traje de flamenca a medida completamente distinto al de faralaes, y que no cumple con lo que dice: discursos encendidos, exaltación, fanatismo y una camisa negra con una gorra calada horrorosa. Pero eso ya lo sabemos, y queda lejos de la película: aunque también lo cuenta, su enorme originalidad es simplemente que nos habla de un hombre, que ha abandonado a una mujer y a su hijo. En los fabulosos fragmentos documentales que aparecen brevemente intercalados en "Vincere" lo que da realmente más miedo no es tanto Mussolini, sino las masas desesperadas jaleándole (algunos discursos reales, pero también fragmentos de "Octubre" de Eisenstein, intercalados con otros del "Christus" de Giulio Antamoro, un impresionante documental hiperrealista mudo de 1916, que se proyecta dentro de una escena de ficción de la propia película, con un gran resultado plástico-cinematográfico).

El arranque de "Vincere", emotivo y original, muestra la transformación del sindicalista, del progresista al uso, en un loco iluminado y manipulador. En dicha escena inicial vemos como durante una reunión, Mussolini pide un reloj a uno de los asistentes, cuenta cinco minutos y desafía nada menos que a dios para que se manifieste durante ese tiempo. A continuación, estalla la maravillosa partitura que Carlo Crivelli crea para la película, y disfrutamos de un film hermoso, con excepcional fotografía y puesta en escena, en el que destaca una excepcional Giovanna Mezzogiorno, interpretando a una mujer fatalmente enamorada de un extraño loco que la repudia y al que sólo acaba viendo finalmente proyectado en un no-do.