SOBERANO SALTO MORTAL

Todo el mundo sabía que la Plaza de las Cortes de Madrid estaba en obras antes del verano, y que unas estupendas zanjas terroríficas tipo Sarajevo, cubiertas por vallas rodeaban la zona: aún así al asomarse, se veía el subsuelo varios metros perforado, casi como una Zona Cero, y entre un estruendo de mil demonios, a un montón de obreros subsaharianos y de Europa del Este ahogados en gritos salvajes , que no estaba claro en qué idioma se entendían, si es que se entendían, pues todo el perímetro estaba tomado por grúas, misteriosas tuneladoras, piedras y cemento.

La obra era tan portentosa que se trabajaba hasta con potentes focos de noche:
El resultado de la nueva plaza que rodea al Parlamento Español, es algo que no ha conseguido hasta ahora ni la Guerra Civil ni Franco ni el 23-F, ni el pretendido y fatuo choque de soberanías del Estatut catalán, ni siquiera Belén Esteban haciéndole el avioncito a Andreíta para que coma: En la época de los "Arquitectos-Estrella", parece que ya caídos ligeramente en desgracia Santiago Calatrava y algunos otros, un nuevo Demoño-Gurrumino aparece en el panorama: Álvaro Siza. Favorito y adorado dentro de algunas corrientes de arquitectura moderna, parece ser que Siza ha decidido hacer algo en tan emblemática plaza que escapa a toda lógica: Hasta ahora, la Carrera de San Jerónimo, desde Sol-Canalejas hasta Neptuno-Paseo de Recoletos, bajaba en una suave cuesta en la que en perspectiva, destacaba el edificio de las Cortes...

Pues bien, los jardines frente al Congreso de los Diputados han desaparecido: Se han talado cuatro castaños de indias (dos de ellos gigantescos y centenarios), quedando el resto de árboles enterrados entre cemento y granito, sin zonas de sombra. En vez de conservar las caídas y perspectivas originales del terreno con la cuesta de siempre, toda la escalinata y pavimentos del edificio del Parlamento se han construído y revestido de forma completamente horizontal (como si se alicatara un cuarto de baño), en una perspectiva con un ángulo distinto al terreno en pendiente: el resultado es que el edificio, por efecto óptico, parece el Titánic hundiéndose, y el león derecho de las Cortes, queda bastante más alto que el izquierdo: asusta verlo. De frente la cosa es espantosa, absurda, inquietante de ver, pero es que además, que a nadie se le ocurra ponerse a verlo y seguir andando...

Para terminar el paseo entonces, la pendiente original de la Plaza se salva inadvertidamente con un corte de tres escalones gigantes que surgen al paso ¡Chás!, pero que no se ven, de casi medio metro (que por los lados se convierten en un sólo escalón completamente insalvable y afilado), por el que ya han caído y rodado varias personas de todas las edades y condiciones (servidor incluído en grácil salto), algunas parece que con brechas y heridas. La polémica (o probablemente, el resultado de la estupidez humana del arquitecto) radica en que el estudio de arquitectura pretendía "que los escalones gigantes fueran unas gradas o asientos" para los viandantes... Pero ningún paseante lo advierte, intuye ni sospecha, y claro, hay quiénes caen rodando por el barranco como cochinos : el efecto es el mismo que ir navegando por un río y caer de repente por una catarata.
El arquitecto y el ayuntamiento han reconocido el problema y hablan de que en breve instalarán "una pantalla protectora transparente". Aparte de que el remate, ejecución, ó acabado de la obra pudiera constituir una grave, básica imprudencia temeraria, la reforma ha costado cuatro millones doscientos setenta y seis mil euros (4.276.000 €): será el mismo arquitecto al que se encomendará poner patas arriba el eje Prado-Recoletos, pero por suerte no hay fondos para ello por el momento.

En fín, mientras que en el mundo se tienden a eliminar barreras arquitectónicas, aquí se ha remodelado una emblemática plaza que se convierte en un épico, bizarro homenaje al salto con pértiga, que pareciera hecho a mala idea: ya no hay parque , columpios, tierra, setos ni plantas (sí un macro-aparcamiento para autoridades debajo). Queda un perfecto espacio inútil que ya no sirve para nada, quitarlo ha costado una fortuna y no va a cambiar la vida de ningún madrileño. Con un mobiliario urbano horrendo (una obsesión enfermiza por eliminar las farolas fernandinas típicas de Madrid, y sustituirlas por otras halógenas tipo mesilla de noche de Hotel-Sofitel, ¡Una necesidad tan básica para el ahorro y el progreso económico!...): El Parlamento Español queda así hundido en el terreno hacia la izquierda, torcido como un barco que se fuera a pique, y por primera vez en la historia, los famosos leones aparecen ante la vista a distinta altura: Una auténtica pesadilla de la que se sale ¡Saltando! Tal vez el emblema de lo que nos espera si la economía se tuerce: Un río que acaba en una catarata, por el que la gente cae despeñada.